Imagínese que usted fuera
el responsable de organizar una invasión anfibia. Es tiempo
de guerra. Se dispone usted a enviar por delante las lanchas
de desembarco. Es medianoche y todo está oscuro como la
peste. No hay luna ni estrellas y cae una ligera llovizna. Es
hora de acercarse a la orilla. No sabe nada de la isla, ni
siquiera si está en manos del enemigo. Ignora asimismo
cuántas tropas puede haber y si la isla está fortificada. No
conoce el terreno. Ignora si es mejor enviar un primer
contingente o bien desembarcar en gran número. ¿Le conviene
utilizar fuego de protección? ¿Y si llevara lanzallamas y
artillería antitanques?
Si no sabe nada acerca de lo que le
aguarda y lo que hay allí, ¿qué puede hacer? Se daría de
bofetadas, porque le hubiera bastado con preguntar a la
sección de espionaje.
Ellos disponían de información.
¿Imposible? Casi.
¿Cuántas veces se acerca usted a un
"terreno desconocido" en el mundo profesional, sin
saber qué o a quién va a encontrar cuando llegue allí?
¿Cuántas veces acude a importantes reuniones, efectúa
importantes llamadas telefónicas y mantiene importantes
conversaciones con sus contactos profesionales sin saber nada
acerca de ellos?
Aunque su objetivo sea claro, tiene
usted que elegir a la persona adecuada, la persona que puede
darle lo que usted desea y facilitarle su obtención tanto si
se trata de un empleo o de un consejo, una ayuda, dinero, o
simplemente información. Conocer a su interlocutor y saber lo
que éste desea es un Principio Básico.
LA PERSONA ADECUADA.
Unas Navidades, para darle una
sorpresa a mi esposa, solicité por correo un artículo de
lujo, un calentador de toallas para nuestro cuarto de baño.
En el catálogo los había de dos clases, uno que se tenía
que fijar con tornillos al suelo y otro que se mantenía
vertical sin necesidad de tornillos. Nuestra casa es antigua y
las paredes y el suelo del cuarto de baño son de mármol.
Como es lógico, pedí el calentador de toallas que se
mantenía vertical. Llegó justo a tiempo para Navidad,
dándole una agradable sorpresa a mi esposa y a mí otra que
no lo fue tanto porque se tenía que atornillar al suelo. No
me veía agujereando un suelo de mármol.
Tomé el catálogo de la firma
Abercrombie y Fitch, averigüé la dirección y escribí una
carta pidiendo la devolución del dinero. No hubo respuesta.
Entonces hice mi análisis de "la persona adecuada que
podía concederme lo que yo deseaba".
¿Quién podía darme una rápida y
satifactoria respuesta? Lógicamente, el presidente de la
empresa. Decidí escribirle. Tampoco hubo respuesta. Volví a
escribir, exigiendo mis derechos. Él contestó amablemente,
diciendo que estaba examinando el asunto. No tuve más
noticias. Volví a escirbir, esta vez en tono más enérgico.
Su carta se cruzó con la mia. "Estimado Sr. Frank -me
decía-, nuestra firma aceptaría con mucho gusto la
devolución del toallero, pero ocurre que usted no nos lo
compró a nosotros. Este artículo no figura en nuestro
catálogo. Lo compró usted a la firma Hammacher
Schlemmer."
Yo sabía cuál era mi objetivo
-recuperar el dinero- y lo perseguí. Elegí incluso a la
persona adecuada: el presidente de la firma. Pero no era la
firma adecuada.
Al final, escribí al presidente de
Hammacer Schlemmer, que se divirtió mucho con la historia, y
me devolvió amablemente el dinero.
Por consiguiente, una vez establecido
su objetivo, procure averiguar quién puede darle lo que usted
desea. Si usted tiene derecho a una devolución por una
compra, acuda en caso necesario al director de la empresa. Si
desea un aumento de sueldo, acuda a su jefe. Si una
telefonista no le atiene debidamente, póngase en contacto con
la supervisora. Si su petición de cobertura de seguro no es
atendida, acuda al director de su compañía de seguros.
Acuda a la persona que puede
ordenar que se haga.
Es cierto que algunas veces hay que
hablar con la persona inadecuada para poder llegar a la
persona adecuada, pero, con independencia de todo ello,
procure averiguar todo cuando pueda acerca de dicha persona.
¿Qué puesto ocupa o qué profesión
desempeña? ¿Cuáles son sus responsabilidades? ¿Qué
antecedentes tiene? ¿Cuáles son sus intereses o aficiones?
Puede que haya un terreno común. Yo he descubierto, en mi
calidad de jugador de tenis, que si trato con una persona que
practica o ha practicado el tenis, el hecho de hablar de este
deporte me facilita las cosas y me ancauza por el mejor
camino.
¿Es alguien que se siente fuerte y
seguro en el cargo que ocupa? ¿Tiene mucha o poca autoridad?
¿Es un burócrata? ¿Es quisquilloso con respecto a
determinadas facetas de su actividad? ¿Es tímido o sociable?
¿Tiene sentido del humor?
El hecho de conocer a su interlocutor
puede ayudarle a planificar mejor la estratregia y conseguir
lo que desea.
CONOZCA A SU INTERLOCUTOR
Yo siempre sé exactamente con quién
estoy hablando. He aquí un ejemplo. Mi esposa Sally Forrest
acababa de firmar un contrato con la MGM (Metro Goldwin Mayer)
como primera actriz cinematográfica y, a petición de los
estudios, tenía que asistir a su primera gala de Hollywood.
Allí estaban las cámaras, los micrófonos, los reflectores,
los admiradores y los reporteros, entre ellos las célebres
Louella Parsons y Hedda Hopper. Sally fue acompañada al
micrófono donde se encontraba Dore Schary, jefe de
producción de la MGM. Éste la saludó efusivamente y
pronunció unas amables palabras acerca del brillante futuro
que le esperaba en su nueva casa, la MGM. Sally explicó a los
reunidos, a través del micrófono y ante las cámaras, cuán
feliz se sentía y teminó diciéndole a Dore Schary:
"Muchas gracias, señor Wellman" Le había
confundido con el célebre director William Wellman.
Como marido, me hizo gracia, pero,
como agente suyo que era, me horroricé. Después le dije a
Sally, en términos inequívocos, que, si aspiraba a triunfar
en los más importantes estudios de Hollywood, ¡lo que nunca
debía hacer era confundir el nombre del caballero encargado
de la producción, es decir, su jefe! Con su error, había
rebajado su credibilidad y puesto en peligro su futuro. ¡Yo
conocía el nombre de todo el mundo y ella también tenía que
conocerlo!
Aproximadamente un mes más tarde,
Sally y yo entramos en un restaurante de la playa Santa
Mónica y he aquí que, sentado a una mesa de una esquina,
estaba el famoso director y cliente de mi agencia William
Wellman, el "señor Wellman" del error de Sally.
Para entonces, yo había empezado a comprender lo gracioso del
incidente, y acompañado de Sally, me acerqué a su mesa y le
dije:
Señor Wellman, hace aproximadamente
un mes… Le conté el embarazoso incidente y él me contestó
con una sonrisa en los labios: "Muy gracioso, pero yo no
soy William Wellman. Soy Paul Hesse".
Paul, un famoso fotógrado de astros
cinematográficos, tenía cierto parecido con William Wellman.
Por consiguiente, como puede usted ver, yo siempre sé
exactamente con quién estoy hablando.
Para exponer sus argumentos en 30
segundos o menos, determine en primer lugar su objetivo, y en
segundo, la persona adecuada o el grupo de personas que pueden
darle lo que usted desea. Después, averigüe todo cuanto
pueda acerca de esta persona o de este grupo de personas. Por
fin, averigüe lo más importante: qué va a querer de usted
esta persona o este grupo de personas.
Veamos cómo se puede hacer.
Richard Randall, ayudante de gerencia
en un banco, sabe que está a punto de producirse una vacante
en la gerencia de una filial. Quiere un ascenso -su objetivo-
y solicita entrevistarse con el ejecutivo de la entidad que se
lo puede conceder: la persona adecuada. A continuación,
reúne toda la información que puede acerca de aquel
ejecutivo. El hombre es
-un fanático del trabajo -lleva toda
la vida trabajando en la banca -empezó como cajero -pone
especial empeño en ser amable con los clientes -se interesa
por sus empleados -legustan las personas ambiciosas -tiene
mucha seguridad en sí mismo y le gustan las personas que
también la tienen -conoce todos los puestos de trabajo del
banco y cree que todos los que ocupan cargos de
responsabilidad deberían conocerlos y -no está
exclusivamente motivado por el dinero.
Richard sabe que, para ser persuasivo
y conseguir el ascenso, tiene que satisfacer no sus propios
intereses y necesidades, sino los del ejecutivo. "¿Qué
espera de mí este ejecutivo?", se pregunta. Y, para
responder a esta pregunta, se pone en el lugar de aquél y
procura pensar tal y como él lo haría. Y llega a la
conclusión de que el ejecutivo:
Quiere que le dé alguna buena razón
por la cual debería ofrecerme el puesto a mí. Quiere ver lo
que yo sé acerca del puesto. Quiere saber por qué yo sería
mejor que otros candidatos. Quiere saber qué pienso yo que
puedo hacer con este puesto. Quiere saber si tengo confianza
en mí mismo. Quiere saber qué significará este puesto para
mí. Quiere saber qué tal me llevaré con los restantes
empleados y los clientes. Quiere comprobar cómo me comporto
sometido a la tensión de una entrevista. Quiere ver cómo
manejaré los asuntos. Quiere saber qué ambiciones tengo.
Quiere ver qué clase de persona soy. Quiere ver si soy
inteligente. Quiere que le demuestreque puedo ocupar el cargo.
Ahora, Richard no sólo sabe lo que
quiere, sino también lo que espera de él el ejecutivo. Y
este conocimiento es básico para la formulación del mensaje
de 30 segundos. ¿Parece complicado? Pues, en realidad, no lo
es. Identificándose con el ejecutivo que va a entrevistarle,
Richard pudo establecer el único detalle, por encima de todos
los demás, capaz de impresionar favorablemente al ejecutivo:
su capacidad para ocupar el cargo.
Por consiguiente, la tarea de Richard
sería convencer al ejecutivo de eso precisamennte, y hacerlo
en 30 segundos o menos, con independencia de lo que pudiera
durar la entrevista. Cuando llegó el momento, Richard
subrayó sus conocimientos, experiencia, entusiasmo y
confianza en sí mismo, es decir, su capacidad para ocupar el
puesto.
Sin embargo, hubo algo más. Richard
sabía que el ejecutivo que podía concederle el puesto se
hallaba primordialmente interesado por su capacidad para
desempeñar el cargo. Pero sabía asimismo que era muy
aficionado al béisbol. De hecho, era el alma del equipo de
béisbol del banco. Cuando llegó el momento de la entrevista,
Richard subrayó sus conocimientos, experiencia, entusiasmo y
confianza en sí mismo… y también su habilidad de lanzador
en la cancha. Todo en 30 segundos o menos. PD.: Richard
consiguió el puesto.
Antes de empezar a preparar el mensaje
de 30 segundos, tanto si pretende obtener un ascenso como si
busca un aumento de salario, unas vacaciones, la colaboración
de sus compañeros, una devolución de dinero o un donativo
benéfico, tiene que conocer a quien le va a escuchar y la
sola cosa, por encima de las demás, capaz de producir una
reacción favorable.
Tirar al blanco en la oscuridad no es
muy prometedor. Ahora hemos iluminado el blanco. Usted sabe
adónde tiene que apuntar y lo que quiere alcanzar. Ambas
cosas son esenciales para preparar la munición: el misil de
30 segundos.
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