¿Te acuerdas de esa frase "mejor MALO conocido que BUENO por
conocer"?.
Por
cierto, no es un refrán que te motive al cambio,
¿verdad?.
Por otra parte, hay también muchas personas que piensan "mejor BUENO conocido que MALO por conocer".
Siempre me pregunté: ¿cómo saben que va a ser malo si no lo prueban y cuánto de malo
puede ser?.
Creo que todos sabemos hasta dónde
podemos arriesgar. Justamente en ese riesgo está el cambio.
Por supuesto algunas veces perdemos y otras ganamos. El ideal
sería no perder mucho y ganar lo que más se pueda. ¿Has
pensado alguna vez, si alguien que ha permanecido en un mismo
lugar, ha ganado lo suficiente? Y no creas que sólo me estoy
refiriendo a la ganancia material, entiéndase, dinero o
bienes raíces; no, me estoy refiriendo a los sueños, a los
ideales, a los deseos, ya sea en el terreno intelectual,
amoroso, laboral, etc.
No creo que deba ponerte ejemplos en cuanto a lo económico, todos
sabemos que a veces no nos animamos a abrir un comercio por
cuenta propia, iniciar una empresa pequeñita y tantas otras
cosas que podemos hacer con no mucho dinero. Sí, voy a
ponerte ejemplos de los otros, de los que nos enriquecen a
nivel personal, y verás que si te animas a estos cambios, con
más razón te animarás a los otros.
Voy a empezar por los deseos, el que tiene deseos, anhela algo, y espera
que eso se produzca. Pongamos un ejemplo: en el colegio de tu
hijo hay una competencia y un familiar tiene que jugar una
carrera de embolsados. Tú quisieras representar a tu hijo, y
“esperas y quieres” ganar pero tienes miedo de perder y
que el niño se ponga triste, o lo que es peor, se enoje
contigo, entonces le pides al tío que juegue por ti porque no
te animas a asumir esa responsabilidad.
Analicemos esto: En caso de ganar, el tío se llevará no sólo
los laureles, sino el abrazo de tu hijo, (doloroso, no) tú ya
no serás el héroe del niño. Ahora, que pasa si el que juega
eres tú y pierdes; bueno, por unos días tu hijo estará
enojado contigo, pero le habrás enseñado que en la vida se
gana y se pierde y le evitarás sufrimientos futuros, porque
como bien decían nuestros antepasados, el que jamás se ha caído,
no conoce el dolor y como el dolor es inevitable, cuando
suceda, no sabrá cómo manejarlo.
Vayamos ahora a los sueños: una persona sueña con ser famosa
pero sólo ha llegado a trabajar como extra. Un día le dicen
que podría encabezar una película, pero deberá irse a vivir
por un tiempo al exterior, esta persona no se decide porque es
muy lejos, por el idioma, por el tiempo de ausencia. Si se
niega, es probable que continúe siendo una extra toda su
vida. La decisión es una elección y ella eligió matar el
sueño. Veamos ahora los ideales. El ideal de un amigo era
terminar su carrera, pero trabajaba y no se animaba a hacer
las dos cosas. Nunca tuvo un título por no probar.
En el primer caso tú no te animaste a darle una buena lección a tu
hijo, si perdías. En el segundo, el extra nunca alcanzó la
fama y en el tercero, mi amigo nunca se recibió de nada. En
estos tres casos, ninguno logró su objetivo porque no se
comprometieron y estos objetivos se llamen como se llamen,
deseos, sueños, ideales etc. son irrealizaciones
que pueden darse en todos los ámbitos.
¿Qué ha sucedido? No se comprometieron con sus aspiraciones, tuvieron
miedo y como sabemos, el miedo paraliza. La vida es movimiento
y cambio continuo. Sería bueno animarnos al cambio porque al
no hacerlo perdemos la oportunidad de recorrer el camino. El
que se anima a subir la montaña encontrará escollos, pero no
se perderá el paisaje mientras escala. Si llega a la cima verá
el paisaje entero desde arriba y si se arrepiente siempre
estará a tiempo de bajar.
Como dijimos al principio, cada uno sabe hasta donde puede arriesgar, lo
importante es el compromiso. Cuando uno está realmente
comprometido con el objetivo, nada es imposible y ni le pasa
por la cabeza abandonar su propósito.
La elección es tuya. ¿Te animas a escribir tu historia completa o
piensas dejarla sin terminar?
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