Corren
tiempos difíciles para los equipos de venta. El desequilibrio
entre la oferta y la demanda, hacen que sea cada vez más
necesario “marcar la diferencia”, lo cual resulta
indispensable, tanto para conseguir clientes potenciales como
para proporcionarles buenas razones para que permanezcan
fieles a nuestra empresa. Cuando los productos y los servicios
son similares, los clientes más codiciados (y por tanto, los
más solicitados) son muy sensibles a los detalles que
diferencian a una oferta de otra.
¿Qué
es lo que permite marcar la diferencia a un vendedor, hoy en día,
delante de un cliente? En primer lugar el estado de ánimo,
dato subjetivo y difícilmente apreciable que no está
suficientemente valorado en la evaluación de los factores de
éxito de una empresa y que depende principalmente de la
motivación.
Después,
los medios y las competencias. Para lograr el resultado
buscado, los vendedores deben dominar perfectamente su oferta,
las técnicas de venta y recurrir siempre a nuevas
herramientas. Y no es suficiente para el vendedor saber hacer
la pregunta adecuada o conocer su argumentación al pie de la
letra. Le hace falta además tomar decisiones, saber
justificar de forma precisa una diferencia de precio, afianzar
los beneficios que producto o servicio aportará a quien lo
adquiera, saber satisfacer ampliamente a sus clientes, lograr
que tengan ganas de trabajar con él. Todo esto frente a
clientes cada vez más exigentes y con una competencia cada
vez más feroz.
En
este escenario es fácil imaginar las dificultades de ciertos
vendedores al confrontarse a tal evolución. La necesidad de
apoyarlos con formación adecuada se hace evidente. Este
soporte, constituye (a nuestro parecer) el tercer apoyo para
permitir a los vendedores marcar la diferencia. Las empresas
que acompañan a los vendedores en su evolución, que
facilitan su transformación, llevan ventaja con relación al
mercado y resisten mejor las competencias. ¿De qué manera?.
En
principio recurriendo a la formación. Una vez que se ha
definido claramente el resultado que se quiere alcanzar y se
ha dotado de los medios necesarios (disponibilidad,
presupuesto, instructores expertos), la empresa dispone con la
formación, de una potente palanca para actuar sobre las
motivaciones y la competencia.
La
formación se considera, por lo tanto, una eficaz inversión.
No obstante, planteamos aquí algo que consideramos
fundamental a la hora de la formación, “el que perdure en
el tiempo”. No se
presta suficiente atención a la perennidad de la formación,
que frecuentemente condiciona su eficacia. Son raras las
empresas que emplean los medios para mantener perdurable las
competencias de sus vendedores y por consiguiente, para
rentabilizar efectivamente el gasto invertido.
Es
aquí en donde entra como una figura fundamental a nuestro
entender, la formación del “jefe”, “gerente”
“supervisor”, en resumen “el líder” del equipo
comercial quien será el encargado de “sostener en el
tiempo” la formación brindada a los vendedores.
En
la búsqueda permanente de la eficacia, el líder es un
personaje esencial. Es el que marca el camino, el entrenador
que afina los reflejos y desarrolla los hábitos que aseguren
el éxito a los vendedores y a la empresa misma en el tiempo.
Es el que facilita los aciertos individuales cotidianos,
regulando los problemas prácticos y protegiendo al equipo de
las agresiones externas. Siempre está presente, tanto para
celebrar las victorias como para reconducir la depresión de
los días de derrota.
Si
cada uno de nosotros se para a preguntarse por “el jefe”
que más le ha motivado en su carrera, que le ha dado más
ganas de actuar, nombrará a aquel que más le haya enseñado,
que más le haya incitado a progresar. Dicho de otra manera,
aquel que ha actuado como un entrenador o mentor.
Es
por tanto es el líder, quien logrará mantener y mejorar los
resultados en el tiempo. Para ello deberá transformarse en un
coach y mentor de sus equipos. La apuesta es importante. Aquí
le acercamos pasos básicos que conforman un entrenamiento altamente
efectivo que hemos diseñado para que líderes
de ventas puedan
transformarse en MENTORES de sus equipos.
Medir
el desfase (¿Qué sucede?)
Escuchar
y entrenar al vendedor (¿Qué puede hacer? ¿Qué quiere
hacer?)
Negociar
un plan de progreso (¿Qué hay que hacer?)
Tender
hacia la motivación y la alta competencia (¿Cómo vamos a
hacer?)
Organizar
el seguimiento (¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos?)
Reconocer
el éxito (¿Cuáles son los resultado obtenidos? ¿Cómo los
hemos conseguido?)
Seguir detalladamente estos pasos, entrenar y motivar a sus
equipos de ventas en el tiempo, marcará definitivamente la
diferencia.
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