Introducción
Muchas
empresas tienen todavía una visión miope de sus objetivos,
puesto que sólo dan prioridad absoluta a la función de
vender. Aunque vender es importante,
lo que realmente hay que conseguir es vender con
beneficio y cobrar lo antes posible los productos que se han
vendido a los clientes. Si una empresa no sigue este principio
no sobrevivirá mucho tiempo en el mercado actual
Hoy en
día la mayoría de las empresas están obligadas por los
condicionantes del mercado a conceder crédito a sus clientes.
Sin embargo no todas están tomando las precauciones más
elementales para evitar los impagados y los retrasos en el
cobro.
¿Qué
significa vender a crédito?
Toda
venta a crédito supone un riesgo hasta que no se ha
conseguido cobrar íntegramente del cliente el importe de la
factura adeudada.
Por
ello en cualquier venta a crédito existe la incertidumbre de
cobro hasta el final, por lo que las empresas deben tener como
principio fundamental de filosofía comercial que una operación
de venta a crédito no finaliza
hasta que no se cobra.
En una
venta a crédito el proveedor está dispuesto a entregar unos
bienes o prestar unos servicios al cliente solamente a cambio
de una promesa de pago en una fecha determinada en el futuro.
La clave del porqué
se vende a crédito viene de la etimología de la propia
palabra “crédito”, que tiene su origen en el latín
“creditum”, lo que significa confianza.
Por lo tanto es la confianza en la promesa de pago del
cliente que permite al proveedor el entregar una mercancía
sin reclamar el cobro inmediato.
La
concesión del crédito
Aunque pueda parecer una perogrullada, la
mejor forma de acabar con los impagados es evitándolos. Por
ello es vital que las empresas no concedan créditos
comerciales a los compradores insolventes o a los malos
pagadores.
La concesión de créditos es un punto
clave en la gestión del riesgo de clientes, puesto que las
medidas preventivas tienen su piedra angular en saber
seleccionar sabiamente la cartera de clientes. Antes de
otorgar un crédito a un nuevo cliente, el responsable de créditos
debe filtrar previamente a todos los solicitantes de crédito
y descartar los morosos en potencia.
Por
consiguiente las empresas proveedoras no pueden permitirse el
lujo de confiar en todos los clientes que desean comprar a crédito,
ya que la confianza de
que se cobrarán las ventas hechas a un
nuevo comprador no puede ser otorgada de manera automática.
Las empresas antes de realizar una venta a crédito a un nuevo
cliente deben comprobar siete
puntos básicos:
·
solvencia
·
disponibilidad
de tesorería
·
resultados
·
nivel de
endeudamiento
·
arraigo
·
buenos hábitos
de pago
·
perfil e
historial de los socios y administradores
Solvencia
*
Entendemos como solvencia la
capacidad de una persona física o jurídica para atender los
pagos a medio y largo
plazo. Hay varias formas de determinar la solvencia de una
empresa, pero siempre en relación a que su activo circulante
supere ampliamente el pasivo exigible a corto.
Nunca
hay que conceder crédito a una empresa que sea insolvente, es
decir cuyo activo circulante sea inferior a su pasivo exigible
a corto, puesto que esta empresa estaría en una situación de
insolvencia técnica o suspensión de pagos.
Disponibilidad
de tesorería
*
La disponibilidad de tesorería es el total de los
activos líquidos que dispone una empresa para hacer frente a
sus pagos. A este disponible se le ha de añadir el realizable
que puede ser transformado fácilmente en efectivo en un
momento dado.
Este
punto es muy importante puesto que hay algunas empresas que
tienen una elevada solvencia teórica ya que sus activos
circulantes son muy superiores a sus pasivos exigibles a
corto. No obstante no es recomendable conceder créditos a
estas empresas puesto que sus activos circulantes
están formados principalmente por existencias de lenta
realización, cuentas de clientes
de difícil cobro y efectos a cobrar pendientes de
vencimiento. Por lo tanto este tipo de empresas tendrán
dificultades a la hora de realizar el pago, ya que carecerán
de disponible líquido para pagar sus deudas.
Resultados
* Los
resultados de una empresa son fundamentales a la hora de
conocer su viabilidad y continuidad en el futuro. Para saber
si una empresa es sólida y tiene posibilidades de futuro es
conveniente comprobar su cuenta de pérdidas y ganancias,
averiguando sus beneficios y su rentabilidad.
Otro
dato de gran interés es el
“cash flow” o flujo de caja económico que ha
generado la empresa, lo que se obtiene sumando beneficio y
amortizaciones y servirá para conocer su capacidad para
generar fondos a través de su actividad ordinaria.
Endeudamiento
* El
nivel de endeudamiento es un dato muy importante para evaluar
la salud financiera de toda empresa. Muchas empresas ya nacen
con una insuficiente aportación de capital por parte de los
socios y deben endeudarse excesivamente para compensar esta
falta de recursos propios. Las
deudas de una empresa no deben por regla general
superar el 60 % del pasivo, puesto que las empresas con mayor
índice de endeudamiento están descapitalizadas y con una
estructura financiera muy precaria.
Asimismo
hay que distinguir entre el endeudamiento a largo y a corto
plazo, puesto que el excesivo endeudamiento a corto plazo es
signo de mala calidad de la deuda de la empresa, lo que le
obligará al pago de intereses bancarios muy elevados.
Arraigo
* El
arraigo de una empresa es el grado de solidez
y antigüedad en el mercado, es un dato que sirve como
garantía de continuidad
en el futuro. Es un elemento cuya cuantificación no siempre
es fácil de realizar, no obstante el año de fundación de la
empresa es el dato más objetivo que se puede utilizar.
Como norma general y basándose en datos estadísticos,
toda empresa con más de 10 años de existencia da una
mayor garantía adicional de arraigo y continuidad, por lo que
son las empresas con mayores posibilidades de permanecer en el
mercado. Por el contrario las empresas de menos de 5 años de
vida presentan un mayor índice de siniestralidad empresarial.
Asimismo las empresas con menos de 2 años de existencia son
las que más fácilmente desaparecen y por consiguiente son
las que más hay que controlar a la hora de otorgarles un crédito
comercial.
Hábitos
de pago
*Los hábitos
de pago de las empresas son un elemento muy importante para
decidir la venta a crédito, puesto que una empresa puede ser
muy solvente y tener una tesorería muy saneada, pero
retrasarse al máximo en los pagos a proveedores como política
de empresa.
Otras
empresas menos solventes incurren
continuamente en devoluciones de efectos o impagados
como comportamiento habitual con sus proveedores.
Por lo
tanto una vez comprobado el historial de incidencias de pago
del futuro cliente, la mejor manera de conocer los hábitos de
pago de un comprador, es solicitando informes a otros
proveedores antiguos, ya que son los únicos que podrán
informar de manera fiable sobre sus costumbres de pago y su
reputación comercial.
Los
socios y administradores
*En el caso de
las pequeñas y medianas empresas, detrás de cada negocio hay
un emprendedor (o como máximo dos o tres socios). Por
consiguiente una empresa –y aún más en el caso de las
pequeñas y medianas– es el fiel reflejo de la personalidad
de sus propietarios. Por lo tanto es conveniente conocer las
personas físicas que se encuentran detrás de la forma
societaria, y averiguar sus antecedentes empresariales y su
honorabilidad mercantil. El perfil empresarial –y también
el humano– del propietario (o de los propietarios) así como
el currículum del administrador de la compañía son unas
buenas pistas para conocer cual será el comportamiento de la
empresa.
Análisis global
En la
actualidad los proveedores pueden acceder fácilmente a las
informaciones recogidas en los puntos precedentes gracias a
las numerosas empresas de información comercial que existen.
Estas empresas de información disponen de bancos de datos
informatizados, gracias a los cuales pueden proporcionar toda
la información existente sobre un posible cliente en muy
pocos minutos y a un coste muy reducido.
Cuando
el riesgo es elevado es recomendable solicitar un informe
comercial completo en el que exista investigación añadida
sobre la situación actual del cliente.
Una vez
verificados estos puntos, se puede tomar la decisión
final sobre si es conveniente o no conceder un crédito
a un nuevo comprador.
Gracias
a esta simple
investigación para cada nuevo cliente, la empresa vendedora
se ahorrará mucho dinero en impagados y evitará vender a
morosos o defraudadores.
En caso
de existir dudas razonables sobre la solvencia o buen
comportamiento de pagos de un posible cliente,
es mejor venderle al contado, o en todo caso exigirle
un aval bancario que cubra un posible incumplimiento.
El
límite de crédito
Una vez
que se ha aceptado a un nuevo cliente como merecedor de un crédito
comercial, el segundo paso que ha de dar la empresa
suministradora es el de determinar su límite de crédito.
Existen
varias maneras de fijar el límite de crédito, y es
conveniente que cada empresa desarrolle el más adecuado según
las características de su sector y mercado.
El límite
de crédito deberá figurar en la ficha del cliente y será
respetado por todos los empleados de la compañía, ya que no
se podrá sobrepasar dicho límite sin permiso expreso de la
dirección financiera o del Credit Manager.
El
departamento de créditos debe controlar el riesgo disponible
que tienen todos los clientes y comprobar que esté dentro de
los límites de riesgo concedido. Para conocer el riesgo
disponible hay que restar del límite de crédito otorgado al
cliente, el riesgo ya cubierto. El riesgo cubierto se obtiene
no solamente teniendo en cuenta las facturas pendientes de
cobro, sino también sumando los pedidos en cartera, los pedidos ya servidos pero
todavía no facturados, los efectos pendientes de vencimiento
y los documentos de cobro ingresados en el banco pero a la
espera del resultado de cobro.
Asimismo
es conveniente incluir en el riesgo cubierto los cheques o
pagarés pendientes de vencimiento, y no caer en el error de
algunas empresas que consideran la entrega de cheques y pagarés
como equivalentes a un pago en efectivo aplicando el pago sin
ninguna reserva a la cuenta del cliente. Esta práctica
totalmente inadecuada puede provocar problemas en caso de
resultar impagados dichos instrumentos de cobro ya que se
dispararía a límites peligrosos el riesgo real con el
cliente que ha impagado.
En el
caso que la empresa proveedora disponga de la información
adecuada acerca del riesgo disponible de sus clientes, será
prácticamente imposible que ocurran situaciones de
insolvencia en las que existan deudores con saldos impagados
superiores al límite de crédito concedido.
Control
de los clientes
Las
empresas no deben de pensar que una vez aceptado un cliente y
consolidada una relación comercial con el paso el tiempo,
deja de existir el peligro de que dicho cliente impague.
Los
peores percances los producen los clientes antiguos en los que
la empresa proveedora había depositado una excesiva
confianza, rebasando los límites de crédito y descuidando
las más elementales normas de credit management.
La
situación de las empresas es muy dinámica, y un buen cliente
de hoy puede ser un moroso el mes que viene. Por lo tanto es
conveniente renovar de forma semestral los informes de
solvencia y situación financiera de los clientes más
importantes. Asimismo los representantes y el equipo comercial
de la empresa deben tener instrucciones de comunicar a dirección
comercial cualquier información o rumor sobre el estado
financiero de los clientes.
En
cualquier caso en caso de dudas se debe siempre comprobar
concienzudamente la situación financiera de un cliente,
por muy saneado que
éste nos parezca. Es siempre mejor tener que pagar el
coste de un informe comercial que sufrir las consecuencias de
un percance empresarial.
Las señales de alarma a
controlar
El
departamento de créditos de la empresa debe estar
especialmente alerta ante ciertas señales de alarma que
indican una crisis
latente del cliente. Estas señales de alerta son:
·
La
primera devolución o retraso en la reposición de fondos.
Cuando
se produce la primera incidencia de cobro es necesario
investigar las causas reales del impago. Es importante
averiguar si se trata de un impagado provocado por una falta
de liquidez transitoria de la tesorería del cliente,
mala gestión administrativa o es una situación de
crisis de su estructura financiera que empieza a emerger.
Ante
esta situación es conveniente plantearse la renovación de
los informes sobre el cliente afectado y comprobar el estado
de su salud financiera.
En todo
caso aunque el
cliente haya cancelado el impagado, es imprescindible no
perderlo de vista y realizar un seguimiento de su
comportamiento de pagos en el futuro.
En
cualquier caso la reacción del proveedor ante cualquier
incidencia en el cobro de una factura debe ser dinámica y ágil,
poniéndose inmediatamente en contacto con el cliente y
transmitiéndole una imagen de profesionalidad y eficacia.
Esta respuesta rápida servirá para hacer ver al cliente que
la empresa proveedora no pasa por alto los impagados y evitará
que el comprador se acostumbre a demorar el cumplimiento de
sus pagos.
·
las
devoluciones o
impagados continuados
Si el
cliente vuelve a impagar y la situación se repite varias
veces, es un síntoma inequívoco que su estructura financiera está en
crisis y que el fondo de maniobra del cliente es insuficiente
para el buen funcionamiento de su negocio.
En
estos casos puede tratarse de un cliente con un serio problema
financiero y que se encuentra en una situación de insolvencia
técnica o incluso puede ser el principio de un siniestro
empresarial.
Ante
este tipo de casos es prudente renovar la información
disponible de la empresa deudora, y obtener un informe económico-financiero
completo de su situación, así como averiguar si está
impagando a otros acreedores. Es imprescindible revisar su límite
de crédito y si es conveniente cancelarlo provisionalmente.
·
la
solicitud por parte del cliente de cambios en las condiciones
de pago
Cuando
el cliente pide un plazo de pago más dilatado del concedido
por el proveedor o solicita un cambio en sus condiciones de
pago, es importante averiguar si se trata de un problema
transitorio o definitivo de disponibilidad de fondos. También hay que indagar si es debido a que sus propios
clientes le han alargado a su vez los plazos de pago y lo que
el deudor pretende es repercutir directamente el aplazamiento
en sus proveedores.
En los
casos que un cliente solicite un mayor aplazamiento de sus
plazos de pago de forma provisional, es necesario recordar que
este tipo de concesiones temporales suelen convertirse en
definitivas. Por lo tanto no es conveniente otorgar mayores
plazos a un cliente con carácter provisional, ya que
posteriormente aunque el cliente solucione sus problemas de
liquidez, es muy
difícil volver a las condiciones de pago anteriores a la
crisis.
Asimismo
el ceder a las peticiones de un cliente en estas cuestiones,
es dejar la puerta abierta para una nueva solicitud de mayores
plazos de pago en el futuro.
Las
concesiones de mayores plazos de cobro a los clientes es una
política equivocada y representa un peligro para el
proveedor, que puede ver con el paso del tiempo desviados sus
plazos medios de cobro de forma espectacular.
·
Un
cliente tiene problemas con sus clientes
Cuando
un cliente del proveedor pierde a uno de sus principales
clientes por motivos comerciales, o bien
queda afectado por una suspensión de pagos o una
quiebra de un cliente importante, el proveedor debe tomar
inmediatamente medidas. Esto se debe a que
seguramente se encontrará con que su cliente va a
tener serias
dificultades financieras que incluso le pueden llevar a una
situación concursal como mecanismo de defensa.
En
cualquier caso se deben tomar precauciones, ya que el cliente
afectado por el problema se verá ante una crisis de liquidez
que le impedirá en el futuro atender correctamente los pagos
a los proveedores.
En
estos casos se debe revisar el riesgo disponible del cliente
afectado y estudiar la posibilidad de congelar
provisionalmente las ventas a crédito, al menos hasta tener
mayor información sobre la situación financiera del cliente.
·
Un
cliente pasa pedidos extraordinarios
En el
caso que un cliente pasa un pedido mayor de lo habitual y no
es por motivos estacionales,
es conveniente comprobar que no haya entrado en una
crisis financiera y que esté
preparando un cierre empresarial, una bancarrota o una
suspensión de pagos. Los pedidos extraordinarios son en
realidad un acopio de materia prima o mercancías
en previsión a la futura crisis empresarial.
También
es conveniente indagar que no le hayan cortado los pedidos
otros proveedores del mismo sector por falta de pago y esté
buscando una fuente de suministro en un proveedor incauto.
Asimismo
como medida de precaución se debe averiguar si el cliente se
está embarcando en proyectos empresariales de expansión o
ampliación de actividades, con lo que existe el consiguiente
riesgo de descapitalización en un futuro a corto plazo. No
hay que olvidar que muchos clientes suelen financiar su
expansión empresarial a costa de demorar el pago a los
proveedores.
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