Muchas veces decimos “todo depende del punto de vista…”
y es absolutamente cierto, aunque tal vez esta frase encierre
un concepto muy distinto del que le damos originalmente.
Hay gente que no ve más allá de sus manos o de sus pies.
Caminan lentamente para evitar los obstáculos que se van
presentando. Su presencia es la imagen misma de la derrota.
Otros se atreven a mirar un poco más lejos, tienen un andar más
fluido, esquivan los inconvenientes y hacen cosas.
Pero otros más, pocos,
miran el horizonte. No tropiezan porque ya vieron los obstáculos
mucho antes de llegar, no necesitan esquivar, porque han
planteado las rutas que bordearán los obstáculos e hicieron
los puentes mucho antes de llegar a los ríos.
Son lo que
los demás siguen, aquellos a los que los demás sueñan con
parecerse. Son los líderes, los que conducen a la gente para
abordar el horizonte. Hoy hablaremos de ellos y de cómo
despertar en nosotros las destrezas ocultas para formar la
visión que nos permita liderar y conducir, a nuestra a gente
y a nosotros mismos.
Quedarse
dentro de los límites definidos por nosotros, o por los
otros, puede darnos una cierta sensación de tranquilidad y
paz, pero eso, ocurrirá, sólo después que hallamos
renunciado a nuestros sueños, perdido la memoria y la luz,
además de haber renunciado definitivamente a la nostalgia de
la libertad, como decía el poeta.
Comentábamos en una oportunidad, que si abandonáramos un
hombre desnudo en medio de la selva, debería quedarse quieto
y morir de hambre o bien moverse, seguir los caminos trazados
por los animales, deambular buscando comida y agua, sus
posibilidades de sobrevida serían pocas.
Si le diéramos ropa, botas y un cuchillo su situación sería
diferente, tendría muchas más posibilidades, si, además, le
hubiéramos enseñado a manejarlo y agregáramos una brújula
y un mapa, sus posibilidades se multiplicarían. Si le diéramos
una forma de comunicarse, además de los otros elementos,
conjuntamente, con un adecuado equipo, seguramente no se
sentiría perdido, sino que viviría la experiencia como una
aventura.
Mucha
gente, como el hombre desnudo de nuestro ejemplo, queda
desprotegida en esta selva ciudadana donde vivimos. Si los
entrenamos, les enseñamos a manejar los instrumentos, a
vincularse y le damos una vía de comunicación, podrá
sobrevivir y desarrollar. Por ello deberemos diferenciar
claramente las limitaciones y los límites.
Las limitaciones,
son aquellas cosas de las que carecemos, pero que podemos
lograr por nosotros mismos, o bien, porque otros nos ayudan a
obtenerlas (como la capacitación, el entrenamiento, etc.).
Los
límites,
son las líneas imaginarias que nosotros mismos nos definimos,
(a veces con la ayuda de los demás)
y que en la mayoría de los casos, nosotros mismos
podemos derrumbar.
El antiguo dilema de los cazadores y los agricultores
Originariamente
el hombre era recolector. Con el tiempo se transformó en
cazador lo que le permitió un fluido acceso a las proteínas
lo que fue definitivo para el desarrollo del cerebro y por
ende de la humanidad tal como la conocemos hoy.
En
épocas relativamente recientes el hombre se asentó y se
transformó en agricultor. Los tres estados, implicaron no sólo
grandes cambios en la alimentación, sino muy especialmente,
en la personalidad de los individuos que las llevaron
adelante.
Los
recolectores dependían totalmente de lo que estaba al alcance
de sus manos, fundamentalmente frutos y bayas. Estaban
totalmente a merced de las inclemencias de la naturaleza, su
única forma de sobrevivir, muchas veces tenía que ver con
quitarle lo propio a los demás, posiblemente haya comenzado
ahí el preconcepto gano
– pierdes, que aún hoy muchos arrastran.
Los
cazadores debían seguir las presas, emboscarlas, matarlas y
transportarlas luego a los lugares de asentamiento. Gente muy
preparada para advertir las oportunidades, para elaborar las
estrategias de aproximación, para aprender el uso de
herramientas. Es aquí probablemente, donde se constituyó la
banda es decir, la base del trabajo en equipo. La personalidad
de lo cazadores fue forzosamente más sociable y competitiva,
el éxito se percibe por la obtención de resultados reales y
visibles, los fracasos, en el caso de sobrevivirlos, sólo
significan el tener que lograr localizar a otra presa, duro,
pero no imposible.
Muchísimo después, llegan los agricultores que se establecen
en un lugar fijo, forjan lazos familiares muy sólidos,
necesarios para levantar las cosechas, se crea el concepto del
clan, desarrollan el concepto del ahorro para los tiempos difíciles.
Recordemos que la pérdida de una cosecha aún en épocas
recientes significaba el hambre y las penurias. Los
agricultores crean la cultura del trabajo constante, son mucho
más conservadores que los cazadores y pueden acumular los
resultados de su trabajo de un año para otro, aparecen los
conceptos de valor, la propiedad y la riqueza, dando un paso más
dentro del trabajo en grupo, al crear las jerarquías.
Sin
duda, las personalidades de unos y otros debían ser muy
diferentes, tanto como lo eran sus ópticas sobre la vida y el
entorno que los rodeaba. Nosotros tenemos en nuestra
personalidad rastros de cada uno de ellos. Esto explica muchas
veces las diferentes formas de actuar que tienen diferentes
personas ante estímulos similares. Sería conveniente
recordar, que estamos hoy muy alejados de nuestros ancestros y
hemos aprendido mucho en el camino.
Algunos
somos más atrevidos sabiendo como los cazadores que hay
muchas oportunidades, para todos, de donde se desintegra el
paradigma yo gano tu pierdes, donde la habilidad de contar con
los demás se transforma en una garantía de resultados, más
si se utilizan las mejores herramientas.
Otros,
se acercan más a los agricultores, son más conservadores,
miden más los riesgos, piensan mucho en el futuro, pero
llegado el momento saben que para cosechar hay que arriesgar o
invertir, que es lo mismo. Saben que solos no podrán, por
ello, se organizan, cuidan y desarrollan sus grupos al máximo.
Todos
tenemos algo de unos y algo de los otros. Por ello, nos
parecemos más a los cazadores o a los agricultores, según
sea nuestra personalidad. Lo importante, es entender que somos
la suma de ambos, que no hay banda sin conducción, que no hay
resultados sin estrategia, que no hay cosecha sin trabajo.
El
futuro no es una extensión del hoy. El futuro es algo que
desentrañaremos con el paso del tiempo, pero recordemos la
frase del poeta que decía que “el futuro es el lugar donde
pasaremos el resto de nuestra vida”. Por ello, ya a éstas
alturas deberíamos comprender con toda claridad que la
pregunta ¿estoy conforme con mis resultados? está
equivocada, la pregunta debería ser ¿qué voy hoy a hacer
para mejorar mañana? Cualquiera sea el campo al que nos
refiramos.
Ud.
no es un antiguo agricultor atado a un lugar físico, Ud. es
un hombre libre y como tal puede planear el futuro que quiera,
como decía Almafuerte “todo lo conseguirás solemne loco,
siempre que lo permita tu estatura”. No todos podrán llegar
a ser tan grandes como Alejandro, pero lo que si es seguro que
todos Uds. pueden llegar bastante más lejos que donde están.
Seguramente
cada uno de Uds. tiene muy cerca lo que me gusta llamar, las
oportunidades invisibles. Sabemos que el éxito es el
resultado de una buena oportunidad y una persona adecuada que
pueda utilizar esa oportunidad. Para lograrlo deberemos estar
constantemente atentos, verla y transformarnos en verdaderos
cazadores, para que ésta no se nos escape.
El
kaizen o mejoramiento continuo
Este
concepto es el que provocó
el formidable desarrollo económico e industrial del Japón.
Se
denomina kaizen o técnicas de mejoramiento continuo, a las
que se aplican en el difundido concepto japonés de
calidad total. Este concepto se refiere a la habilidad y el
interés de cada individuo como tal para conseguir mejorar
diariamente (leyó bien diariamente) los procesos y los
productos.
Cuando
se aplica esta metodología se espera que Ud.
a diario, encuentre alguna
manera para mejorar la décima parte del 1%, (0,1%), de
lo que Ud. hace o produce, cualquiera sea su tarea. Parece
bastante poco, pero de lograr éste objetivo, durante un año
de 240 días de trabajo, se habría logrado una mejora del
24% de las tareas que hace. Es decir, vendería un 24%
más y tendría un 24% más de usuarios. Si su gente hubiera
hecho lo mismo, Ud. habría dado un salto que no ha podido
siquiera imaginar
Deberá
Ud. como líder hacer y lograr que su gente acepte y haga el
esfuerzo diario de revisar los conceptos, las tareas, las
formas para lograr con pequeños pasos sucesivos y constantes
ir perfeccionando los métodos, las estrategias, las formas de
encarar el negocio.
No
pretenda dar un salto espectacular. Trate todos los días de
dar pequeños pasos, al cabo del tiempo habrá recorrido una
gran distancia, tendrá un grupo mucho más fuerte y se
encontrará en una nueva realidad.
A
simple vista las pequeñas cosas lucen como poco importantes.
No se deje encandilar, todos los grandes proyectos desde las
pirámides hasta aquí, se han hecho de infinitos pequeños
pasos. Tratar de avanzar a los saltos suele ser muy riesgos y
generalmente, mucho menos efectivo.
El
segundo punto que debemos observar en éste concepto es que no
reposa sobre una persona o sobre un grupo de elegidos de
talento especial. Reposa sobre el pequeño esfuerzo individual
de una multitud de gente común, que con su pequeño grano
diario de arena crean el imbatible concepto de la calidad,
donde el concepto calidad se refiera a excelencia,
perfeccionamiento, eficacia en las tareas, las acciones y los
servicios, que uno hace y brinda. Un gran grupo de gente,
liderados por un gran líder.
Hoy
hablamos de muchas cosas, la mayoría de las cuales no le son
ajenas. Dependerá de Ud. generar la visión y encarar los
pasos que lo llevarán a los resultados.
Eso
implica talento, pasión y básicamente esfuerzo, esfuerzo que
Ud. puede hacer y que necesita hacer para cristalizar sus sueños.
Solo
por hoy. Este es el eslogan de Alcohólicos Anónimos, una de
los más formidables intentos por rescatar
gente y mejorar al hombre. Me pareció importante
utilizarlo en esta reflexión final para apalancar algunas
acciones. Su tarea será encontrar los caminos, que paso a
paso, lo acerquen a lo que Ud. anhela.
Lo importante no es la distancia que recorrerá, ni los
universos diferentes al conocido que deberá atravesar. Lo
importante es que, paso a paso, día a día, repitiéndose
“sólo por hoy”, para hacer más llevadero el esfuerzo,
Ud. vaya avanzando en la dirección de lo que anhela, precisa
y quiere. Todo lo demás son pamplinas.
Escriba
qué podrá hacer mañana para que la lista mejore un poquito,
(un paso a la vez, sólo por hoy) hágalo día a día. Lo
importante es no dejarse vencer por el abatimiento, la
nostalgia, la desmoralización.
Con
respecto a esta última, recuerde que es una enfermedad
curable, pero peligrosa y contagiosa, por ello trátela rápidamente
y con toda energía. Si no puede solo, pida ayuda. Es un tema
vital.
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