“Somos lo que hacemos día a día; de modo
que la excelencia no es un acto, sino un hábito”
(Aristóteles)
Desde
hace diez años he utilizado, en determinados seminarios, un
escrito anónimo que alguna vez bajé de internet. En mayo de
2005, cuando apareció la primera edición en español del
libro de Stephen Covey “El 8vo.Hábito; de la
efectividad a la grandeza”, me sorprendí al ver
incluido ese breve pero elocuente escrito, en un recuadro
destacado, que creo interesante reproducir - por su contenido
- en este artículo:
Yo soy tu más fiel compañero. Soy tu
mayor apoyo o tu carga más pesada. Te empujaré hacia delante
o te arrastraré al fracaso. Estoy totalmente a tus órdenes.
La mitad de las cosas que haces podrías pasármelas a mi, y
yo las haría rápida y correctamente. Se me puede manejar con
facilidad: sólo tienes que ser firme conmigo. Enséñame
exactamente cómo quieres que haga una cosa, y al cabo de unas
pocas lecciones lo haré automáticamente. Soy el servidor de
todos los triunfadores y, desgraciadamente, de todos los
fracasados también. Con los que han fracasado, he producido
fracasos. No soy una máquina, aunque trabajo con toda la
precisión de una máquina unida a la inteligencia de un ser
humano. Puedes usarme para obtener beneficios o para
arruinarte, a mí me da igual. Tómame, enséñame y sé firme
conmigo y pondré el mundo a tus pies. Sé blando conmigo y te
destruiré. ¿Quién
soy…? Yo soy el Hábito
(autor anónimo).
¿Quién
le pone el cascabel al hábito…?
Los
hábitos son factores muy poderosos en nuestras vidas. Dado
que se trata de pautas consistentes, muchas veces
inconscientes, que
de manera permanente y cotidiana expresan nuestro carácter,
generan nuestra efectividad – o inefectividad – y
nos podrán llevar al éxito o al fracaso, según seamos
capaces de dominarlos o nos dejemos someter por ellos. Pero
atención: nadie más que cada uno de nosotros es el
responsable de subordinarlos a nuestros deseos y necesidades.
En
el mundo de los negocios, es fundamental empezar por
comprender que para conseguir resultados tangibles, lograr
satisfacer nuestros deseos, cumplir nuestros sueños, alcanzar
nuestras metas, tendremos que adoptar una serie de hábitos
que tal vez nos lleven cierto tiempo adquirir. Y esa
experiencia es intransferible; nadie puede hacerla por
nosotros.
No
nos dispersemos; tengámonos paciencia
Cuando
comenzamos a desarrollar una actividad de negocios, por
ejemplo la venta por contactos o recomendación, hay veces en
que la ansiedad por conseguir rápidos resultados nos hace
saltar de una idea a otra, de una técnica a otra, de un
modelo de negocios a otro, de un argumento a otro, buscando la
solución a nuestras inhabilidades y falta de paciencia por la
vía del cambio apresurado, tal vez buscando una solución mágica
que nos saque de nuestros problemas.
A
menudo olvidamos ser tolerantes y pacientes con nosotros
mismos, y no nos damos el tiempo necesario para comprobar si
la estrategia, idea o técnica aplicada puede ser adquirida
como un hábito y comenzar a generar resultados casi sin
darnos cuenta.
Disciplina…
¿qué es eso?
Sabido
es que para adquirir un hábito, debemos realizar una
determinada tarea reiteradamente – disciplinadamente –
hasta que logremos efectuarla sin ningún esfuerzo, en
"piloto automático", como una costumbre ya
incorporada. A partir de entonces, ya no podremos dejar de
hacerla. Reflexionemos:
·
¿Hemos
realizado ese proceso de reiteración para acostumbrarnos a escuchar activamente? Elemento imprescindible para un buen
comercializador.
·
¿Hemos
intentado adquirir el hábito de vincularnos
con la otra gente, con amabilidad, empatía y amplitud de
criterio? Esencial para que el contacto se establezca y no
caer en la tentación de incurrir en competencia, política o
futbolera,
con nuestros prospectos.
·
¿Hemos
adquirido el hábito de organizar
nuestra agenda, ya sea en una libreta, una laptop o una palm?
La determinación de prioridades en el día a día, es parte
de un hábito importante para cualquier negocio. La agenda no
es solamente el lugar para
registrar números telefónicos y algún compromiso. Es
un elemento que debemos manejar para descargar nuestras
mentes, asentar detalles de las entrevistas, perfil del
prospecto, ideas, percepción respecto de las personas
entrevistadas y – muy importante - reservarnos tiempo para
nosotros mismos.
Estimados
amigos, no soy quien para chequear qué es lo que ustedes están
haciendo de sus vidas y sus negocios. Los anteriores puntos de
reflexión los incluí porque esas misma preguntas me
las hice alguna vez, cuando comencé en los negocios, y yo
mismo tuve que encontrarles respuestas.
Prospectos
y clientes fáciles ¿dónde están…?
Cada
vez los prospectos y clientes son menos “fáciles”. Hoy
están muy informados, preguntan, inquieren, objetan,
reclaman, comparan y para afrontar ese mercado somos nosotros
quienes tenemos que adecuarnos, estar bien preparados, mejorar
nuestras técnicas, tener la perseverancia de leer todos los días
por lo menos 15 minutos algo relacionado con nuestro negocio,
los productos, las formas de optimizar las presentaciones y
estar dispuestos a adquirir, a cada momento, una nueva
destreza en forma de hábito positivo para nuestros negocios. “Todo
lo que ha sido hecho, tiene una manera mejor de realizarse. ¡descúbrela”!
decía
Thomas Alva Edison.
Si
ustedes llegaron a este punto de la lectura, yo estaré
realmente sorprendido y maravillado ¿cómo han podido
soportar este discurso? Vayamos por la positiva, y supongamos
que les resulta de interés este artículo y piensan rescatar
de él algún elemento que les resulte de utilidad para sus
emprendimientos. Yo pienso que tienen auténticos deseos de
prosperar en los negocios. ¿Seguimos?
Cuidado
con el autoengaño
Hace
algunos años, en un curso de liderazgo que realicé enviado
por mi empresa, el disertante, profesor Michael Useem
(director del Center for Leadership and Change Managemente of
the Wharton School), definió la disciplina de una forma que
siempre recuerdo: “La
disciplina es la decisión de lograr lo que realmente se
quiere, haciendo las cosas que uno en realidad no quiere
hacer. Después de un tiempo obrando de esa manera, la
disciplina se convierte en la decisión de alcanzar lo que
realmente se quiere, haciendo
las cosas que Usted ahora sí quiere hacer!”.
Sencillo y brillante a la vez.
Hoy,
leyendo cualquier biografía de personas exitosas, desde
Edison a Bill Gates o Donald Trump, nos damos cuenta que la
primera victoria que obtuvieron fue la victoria sobre sí
mismos: la autodisciplina fue lo primero en todos ellos, sin
excepción. Y no hay atajos, caminos alternativos ni
“trucos” mediante los cuales podamos lograr resultados sin
ningún esfuerzo personal. Abrazar la fantasía de que con un
ínfimo esfuerzo inicial vamos a cobrar compensaciones toda la
vida, es irreal…y peligroso. Los negocios en el mundo real
no funcionan así.
Hay
veces que solemos decirnos: “Hoy
no puedo, no estoy motivado”; “Mi
líder no me motiva”. Son excusas para justificar
nuestra inacción. Es una falacia, autoengaño puro.
¡Olvídese
de la motivación cuando tenga que encender los motores de la
autodisciplina! ¡Simplemente, hágalo! Muchas son las
personas que desean sentirse motivadas para luego actuar…y
eso no funciona de esa manera. Jerome Bruner, psicólogo y
profesor de Harvard, afirma: “La
motivación es como el amor y la felicidad; un producto
derivado: cuando Usted está activamente comprometido a hacer
algo y comienza con el trabajo, la motivación viene de pronto
cuando menos lo espera”.
Así que
¡manos a la obra! Pruebe con este sencillo ejercicio:
·
Enumere al menos
tres áreas de su negocio en las que no adquirió los hábitos
adecuados por falta de disciplina.
·
Colóquelas en
orden de prioridad, para conquistarlas.
·
Trabaje con una
sola cosa a la vez.
·
Busque recursos,
literatura específica, cursos a los cuales concurrir, y
cualquier elemento que le ayude.
·
Identifique a
una persona de su confianza que pueda servirle de modelo,
mentor o especialista en lo que Usted desea desarrollar; pídale
ayuda y que verifique sus avances.
·
Emplee por lo
menos 10 minutos cada mañana en enfocarse y reflexionar para
mantener el control de esa área débil de su desempeño.
·
Haga cada noche,
antes de ir a descansar, un breve análisis de los avances de
ese día en el tema que lo ocupa.
·
Trabaje sesenta
días, consistentemente, hasta adquirir el hábito y la
habilidad que necesita. Sentirá verdadero placer.
(Probablemente le lleve menos tiempo).
·
Constate y
celebre sus avances con su mentor,
Y
la consigna más importante: “Comience
ahora mismo”. No olvidemos aquella ingeniosa frase
de John Lennon: “La
vida es aquello que transcurre, mientras nosotros estamos
ocupados realizando otros planes”.
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