…entonces el Gerente dice: “La próxima
reunión que tengamos con nuestro (Equipo de Ventas, grupo de
Distribuidores, Responsables del Área de Finanzas, Área de
Marketing, Clientes, Proveedores o lo que usted prefiera)
tiene que ser mucho más motivadora. Propongo que, además
de las presentaciones en pantalla con todos los números,
resultados, avances de proyectos y estrategias, por la tarde
organicemos un torneo de fútbol (o cabalgata, excursión,
carrera llevando un huevo en una cuchara o, nuevamente, lo que
quiera).”
Los demás participantes de la reunión
(a los que también les gusta una tarde de diversión no
laborable paga) asienten entusiasmados.
Es decir: la idea parece ser aburrir
mortalmente al auditorio durante la mañana con cataratas de
información recibidas en silencio y a la tarde intentar que
se diviertan… con algo que no tiene absolutamente nada que
ver con el trabajo. Planteado de esta forma, ¿no le parece
absurdo?
¿Y si lo motivante fuera el
trabajo?
Muchas organizaciones suelen quejarse
del bajo nivel de involucramiento, compromiso o motivación de
su personal. Esto muchas veces alcanza también a los
colaboradores de empresas vinculadas con aquella que tiene
esta visión. Puede tratarse de Distribuidores de la Compañía,
Concesionarios, Representantes Técnicos, Telemarketers, etc.
Y la pregunta inevitable es: ¿qué hace dicha organización
para motivar a estos públicos? Sin duda el esquema que
planteamos en el primer párrafo no es la solución, ya que
profundiza la noción de que el trabajo es aburrido y que casi
cualquier otra cosa no lo será.
Sin embargo, hemos verificado en
innumerables ocasiones con diferentes organizaciones que aún
los públicos que parecen menos motivados salen de ese estado
si se los involucra mucho más respetuosamente en temas
vinculados con el negocio. Parafraseando la famosa verdad que
dice que “si usted quiere que alguien haga un buen trabajo dele
un buen trabajo para hacer”, podríamos decir: “si quiere
que alguien se motive con su trabajo genere situaciones de
trabajo que sean motivantes”.
Una convención o una reunión son
magníficas oportunidades para dar a estos públicos la
posibilidad de hablar, proponer, informar, participar y de
alguna forma salir de ese rol de espectadores que los hunde
mucho más en la noción de que son irrelevantes. La arenga
inflamada que jura que “ustedes son la pieza más importante
de nuestra organización” debe verse reflejada en los
hechos. Al menos durante esta reunión.
Hemos comprobado también que una
buena manera de estimular a estas personas es por medio de
actividades íntimamente vinculadas con el trabajo y a la vez
divertidas o impactantes. Es cierto que algunos (pocos) juegos
logran este objetivo. Sin embargo lo más eficaz es generar a
lo largo de toda la reunión un clima distendido y, en lo
posible, divertido con espacios donde los asistentes
puedan intervenir activamente contando cómo se ve el mundo
desde su lado.
Si es usted como algún que otro
cliente con el que he tratado alguna vez, posiblemente la
mención de la palabra “divertido” en este contexto de la
Importante-Convención-Semestral-de-Ventas le haya producido
sudores fríos y erizado los cabellos de la nuca (nótese que
los calvos se limitan a transpirar solamente). Aunque, si leyó
hasta acá, seguramente no es de esos.
Déjeme contarle de todos modos un
concepto respecto del humor. Todos sabemos que el humor
derriba barreras entre las personas y además está comprobado
que produce efectos positivos aún a nivel físico y neurológico.
Sin embargo muchas veces se teme apuntar a lo divertido en el
marco de una reunión como ésta de la que hablamos. Y la razón
se basa en una confusión semántica. Aclaramos: lo que se
opone a lo “divertido” es lo “aburrido”, no lo
“serio”. Lo que se opone a lo “serio” es lo
“chapucero”, “inconsistente” o, como decimos aquí en
el Río de la Plata, “chanta”. Por lo tanto se puede ser a
la vez serio y divertido (o sea: contenido sólido y forma
entretenida) o aburrido y chapucero (tono grave y contenido
tedioso o inconsistente, una excelente combinación para
desmotivar a cualquier auditorio).
La próxima vez que vaya a reunir a un
público al que quiera hacerle llegar mensajes importantes en
forma impactante y a la vez motivarlos, piense que esas
cosas tienen que ocurrir simultáneamente. Busque la forma en
que los participantes tengan el rol más activo que se pueda
en los temas de trabajo. Diseñe deliberadamente un entorno entretenido. Muéstreles que el
trabajo vale la pena.
De nada servirá decirles lo
importantes que son y no darles espacio en las sesiones de
trabajo. Y mucho menos hacerlos dormir a la mañana para
despertarlos al mediodía y que salgan “a motivarse” por
la tarde.
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